Leccion 1 - Jesus —El Mejor Regalo
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El Mejor Regalo
Si usted pudiera llegar a tener cualquier cosa que deseara, ¿qué preferiría? Muchos pedirían ser ricos. Otros tener salud, felicidad, o una buena amistad, cosas que no se pueden comprar con dinero.
Usted tal vez quisiera pedir una felicidad sin fin. Pero, ¿quién puede hacer que usted viva para siempre? Sólo Aquel que lo creó y le dio vida puede darle felicidad eterna. Ese es Dios, quien hizo los cielos y la tierra y todo lo que en ellos hay.
La felicidad eterna no es sólo algo que se desea. Dios lo ama tanto que envió a su Hijo Jesús para que El sea su amigo. Aquellos que lo reciben tendrán felicidad eterna. Así que Jesús es el mejor regalo que usted pudiera tener jamás.
Promesa de Dios
Por supuesto el lector deseará saber cómo puede recibir este regalo, el mayor de todos. Dios le habla de ese regalo en su maravilloso libro, la Biblia. Muchos de los pontífices de la Iglesia Católica han sentido solicitud por la difusión de la Biblia. Al presentarse la ocasión, recomendaron el estudio, la predicación, la piadosa lectura y meditación de las Sagradas Escrituras. El Concilio Vaticano II recomendó la lectura de la Biblia.
Cientos de años antes de que Jesús naciera, Dios dijo a los profetas lo que iba a suceder. Ellos escribieron esos mensajes provenientes de Dios, llamados profecías, en la primera parte de la Biblia. Dios prometió enviar a su Hijo para que fuera el Salvador del mundo. Los profetas escribieron que:
* El Salvador nacería en Belén.
* El Salvador nacería de una virgen.
* El Salvador sería de la familia de David.
El Angel y la Virgen Maria
Alrededor de 675 años antes de que Jesús naciera, el profeta Isaías había escrito:
“He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” (Isaías 7:14)
Emanuel quiere decir “Dios con nosotros”. Finalmente llegó el momento de que esta promesa de Dios se cumpliera. Hace casi 2.000 años, Dios envió un ángel del cielo a la tierra con un mensaje para una joven llamada María. Lucas, el médico evangelista, escribió lo siguiente sobre la experiencia de María:
“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Como será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios . . . .Dijo María: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.” (Lucas 1:26-35, 38)
“El Señor” es otro nombre de Dios. Significa dueño o gobernante absoluto. María no podía entender lo que iba a ocurrir, pero como fiel sierva del Señor, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa que El pidiese.
Maria e Isabel
Pocos días después de recibir el mensaje del ángel, María se dio cuenta de que había ocurrido un milagro en su cuerpo. Iba a dar a luz un niño que no tenía padre terrenal. ¡Dios la había escogido para que fuese la madre de su Hijo, el Salvador! Pero María se enfrentaba a un gran problema. ¿Quién iba a creer lo que le había sucedido? Estaba comprometida con un buen hombre, un carpintero llamado José. ¿Qué iba a pensar él cuando descubriese que ella estaba encinta? ¡Si él la acusaba de inmoralidad, podía ser apedreada y muerta! ¿Qué debía hacer ella?
El ángel le mencionó del milagro que Dios había hecho con Isabel, su prima. Tal vez esta comprendería. Así que María fue a casa de Isabel y su esposo Zacarías, y se quedó allí como tres meses.
“Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor: Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí , desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre.”(Lucas 1:41-43, 46-49)
María era una joven que adoraba a Dios y conocía su Palabra. Era inteligente, amable, fiel, obediente, humilde, y buena. Le estamos muy agradecidos por la parte que ella tuvo en traer al mundo al Salvador. Tanto el ángel como Isabel reconocieron que Dios había escogido a María para que fuera la madre del Salvador. Ella misma confesó a Cristo como su Salvador, y nosotros adoramos a Cristo como hizo ella.
El Angel y Jose
¿Qué hizo José cuando se enteró de que María estaba encinta?
“José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS, porque el salvará a su pueblo de sus pecados. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESUS.” Mateo 1:19-21, 24-25.
Nacio En Belen
Augusto César promulgó una ley según la cual todos tenían que empadronarse en un censo. María y José eran de la familia de David, por lo que tuvieron que ir a Belén, la ciudad de David, para empadronarse. Allí era donde según el profeta Miqueas nacería el Salvador. En Belén, María y José no encontraron habitación en la posada. Al fin hallaron albergue en un establo. Allí nació el niño. Un ángel dio las buenas nuevas a unos pastores que se encontraban cerca.
“Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alaban a Dios, y decían: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:10-14)
Los pastores hallaron a Jesús, el Salvador, acostado en un pesebre. Alabaron a Dios por su gran regalo. También vinieron unos sabios desde otros países para adorar a Jesús. Más tarde el malvado rey Herodes trató de matar a Jesús, pero María y José escaparon con el niño a Egipto. Tiempo después regresaron a Nazaret, y Jesús creció y se crió allí.