Leccion 3 - Jesus Pofeta y Rey
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Un Profeta Como Moises
Moisés fue un gran profeta y un gran líder. Sacó a su pueblo de la esclavitud y les dio las leyes de Dios. Dios mostró a Moisés que el Mesías sería también un profeta, que daría al pueblo el mensaje de Dios. El sacaría al pueblo de la esclavitud del pecado. Sería Rey de su vida y les daría nuevos mandamientos que serían su norma de conducta en la vida.
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.” (Deuteronomio 18:18-19)
Por muchos años el pueblo fue regido por la ley que Dios dio a Moisés. Moisés dijo que esa ley cambiaría con la venida del Mesías. Todos serían juzgados por lo que el Mesías dijera. Y así hoy, cuando queremos saber cómo Dios quiere que vivamos, leemos las enseñanzas de Jesús, los mandamientos del Mesías.
Mandamientos del Reino de Jesus
¿Quiénes serán dichosos?
Sentado en la falda de una colina, Jesús enseñó los principios básicos de la vida a sus seguidores. Al referirnos a ese mensaje, lo llamamos “El Sermón del monte”. Allí Jesús habló de la felicidad que Dios proporciona.
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
“Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
“Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” (Mateo 5:3-12)
¿Quiénes son los miembros del Reino?
Dios estableció por medio de Moisés los principios básicos de lo que se debe hacer y de lo que no se debe hacer. Esos principios no han sido cambiados. Sin embargo, la ley de Jesús va mucho más allá que la ley de Moisés. Este enseñó a la gente qué se debía hacer. Jesús nos enseña qué debemos ser. Hemos de ser como la sal, para dar buen sabor a la vida; y como la luz, para mostrar a la gente el camino que conduce a Dios.
“Vosotros sois la sal de la tierra . . . Vosotros sois la luz del mundo . . . Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que esta en los cielos.” (Mateo 5:13-16)
Preceptos para los pensamientos y los sentimientos
Las leyes de Moisés son una norma por la cual los seres humanos pueden juzgar las acciones de una persona. Jesús nos da una norma mediante la cual cada persona debe juzgar sus propias actitudes. Podemos ser muy cuidadosos en no quebrantar la ley, y sin embargo, estar cargados de pecado por dentro. Los pensamientos, sentimientos y deseos pecaminosos causan actos pecaminosos. Jesús nos enseña que nos purifiquemos interiormente, para que podamos vivir una vida limpia.
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.” (Mateo 5:17)
Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás... Pero yo os digo que... cualquiera que diga necio, a su hermano . . . será expuesto al infierno de fuego. (Mateo 5:21-22)
“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” (Mateo 5:27-28)
El mandamiento del amor
El principal mandamiento en el Reino de Jesús es el mandamiento del amor: amor a Dios y amor al prójimo.
“Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mateo 22:35-40)
“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” (Mateo 5:43-45)
Guardar los Mandamientos de Jesus
Jesús dice que nuestra vida depende de cómo cumplimos sus mandamientos. Este es el secreto de una vida feliz, tanto ahora como después de la muerte.
“Por que me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.” (Lucas 6:46-49)
La única dificultad que encontramos cuando tratamos de cumplir los mandamientos de Jesús, es esta: nadie puede hacerlo por sí mismo. Simplemente no estamos hechos para eso. El pecado mora en nuestro corazón: el egoísmo y la rebeldía que nos impiden vivir según la norma. ¿Qué podemos hacer?
Jesús nos dijo el secreto en una conversación que tuvo con Nicodemo, un jefe religioso. Dios nos cambiará de tal modo, que desearemos hacer lo que Jesús nos enseña que hagamos. Y su Espíritu Santo nos ayudará a hacerlo. Jesús llamó a esto: nacer de nuevo. Pasamos a ser hijos de Dios y tenemos una nueva naturaleza.
Millones de personas han tenido esta experiencia. Han hallado una maravillosa vida nueva siguiendo a Jesús aquí en la tierra. Y aguardan gozosos compartir su bello y eterno hogar en el cielo.
Oración
¡Oh, Dios! Yo no quiero que mi vida se derrumbe y caiga en ruinas. Quita de mí lo malo de mi naturaleza, te suplico. Hazme de nuevo y pon tu amor en mí. Ayúdame a edificar mi vida sobre las enseñanzas de Jesús. Hazme hijo tuyo. Amén.